sensaciones y pensamientos


Escrituras



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22.1.25

Impregnación y misterio


      Fue un encuentro casual. Así se describiría en tiempos donde no se pensaba, tal vez, en sincronías o destinos. ¿Será que hubo un momento donde la duda no aparecía junto a la sorpresa grata de la presencia repentina? 

   Ahora no hay preguntas sobre eso, desperté hace algunas horas, justo momentos después del encuentro, pero no me levanté para registrar con minucia el evento, con la voluntad potente de guardar para siempre las sensaciones y los sentidos. Seguí acostado, con el eco integral de la vivencia presente en la nueva inmersión en el espacio de los sueños. Con el deseo y la procura de seguir percibiendo con disfrute no sólo su presencia, sino un calor suave en el pecho, consecuencia feliz del propio encuentro, pero más en un plano físico, corporal, que mental, o es probable que convivieran ambos planos. 

    Creo que quen apareció primero fue mi papá. pero las palabras regresan ahora de la boca de mi mamá, aunque ambos me sonrieron con una belleza de alegría contagiosa. Y sutil, eran sonrisas precisas, el gesto en su punto justísimo de emisión de un mensaje total, de dicha noble. 

    Parecía ser una caminata por las calles de una ciudad pequeña, en un día de luz solar generosa y amable. Esa fue la situación donde aconteció todo. Una aparición repentina de mi mamá y mi papá, sonriéndome, con el aspecto físico de sus últimos tiempos. Al verles, hubo un lapso breve de extrañamiento, como si una parte de mi percepción estuviese como en cortocircuito, tratando de comprender cómo podía ser posible la escena misma, pero sobrevino rápido un acomodamiento del sistema, que dejó de emitir preguntas analíticas sobre la naturaleza del suceso. Y todo fue apertura inmediata al regalo mismo de esa experiencia. 

   Mi mamá, con estado de sonrisa en todo el cuerpo, mencionaba algo en relación a San Pedro, la localidad de la provincia de Buenos Aires. Y había también, algo de sorpresa en su expresión, seguramente para empatizar con mi estado de zozobra repentina al verles. Eso puede ser interpretación de esta rememoración, cuando pongo como certeza que ella, en el plano en el que habita su ser, debería vivir en certeza de todo lo que aconteció, acontece  y acontecerá. Pero, ¿por qué no podría sentirse sorprendida de haber accedido a un contacto conmigo a través del espacio del sueño?

    Compartíamos entonces, más la alegría del encuentro sorpresivo, que cualquier forma de duda de cómo estaba aconteciendo eso. Aunque sí aparecía una expresión de no saber que yo estaba viviendo en ese lugar. Y se mencionaba al padre Farinello, un sacerdote católico de cierta fama en una época, cuyo recuerdo en este instante tiene como centro a su sonrisa suave y afectiva. 

    No les pregunté qué estaban haciendo allí. Ni hablé de por qué estaba yo en ese lugar. La lógica posible no era una necesidad en ese momento, que se fue desvaneciendo, como se va un aroma que nos sorprendió con goce. Y nos dejó un recuerdo que es impregnación repentina. Y misterio dulce.



 


4.6.14

Madrugada de voces


De este lado del tiempo

Sensaciones de agua abrazan un alma inquieta, que busca andar con pasos firmes y el corazón atento. 


Diego Oscar Ramos


Presencia real, en el centro del pecho, ahora que las rosas de tu jardín me hablan en un lenguaje de ojos húmedos y almas abrazadas a lo que es poderoso, porque solamente es, porque ya nació, porque está de este lado del tiempo.

Presencia real, en el agua de mis pensamientos, que van muchas veces en paralelo a lo que el cuerpo quiere como regocijo cotidiano, por lo que le manda cartas certificadas para llamar la atención de la mente y pedirle descanso.

Presencia real, en la certeza de las tormentas, que se abren espacio entre los dedos de los pies, para mojar de transparencia los pasos que daremos desde este mismo segundo en que las palabras acompañan el ímpetu del corazón atento.

Presencia real, en el espíritu empapado, que sueña con una integración gozosa de tierras, mares, desiertos y montañas, en un mapa vivo, de ser humano que baile los misterios con esperanza de calor solar, aún en la noche más oscura.

Presencia real, de la potencia de transformación, en las manos que acarician, en las ideas que se alinean al afecto, en las caminatas en silencio, escuchando la música del orden con que las cosas saben ser caos, para bendecirnos de armonía eterna.


14.5.14

Percepciones

Ternura solar




Aunque su toque no llegue a veces a la superficie de las cosas, su presencia puede presentirse en cálidas meditaciones.








Diego Oscar Ramos
(texto e imagen)



Meditación del día de hoy, llega como una pluma que descansa sobre techos que la asisten en su vuelo, antes de proseguir su viaje por mentes afiebradas que se alivian con su levedad.

El aire sobre las azoteas, donde las sogas cuelgan ropas que ya se han humedecido por el rocío de la noche, apaga ideas sin retorno, que podrían haber hecho naufragar a mentes que confundieron aventura con desvarío.

Las gotas se palpan en un tiempo desgajado, cuando permiten reconocerlas en su solidez, antes de abrazarse con frenesí al suelo, donde adrede se convertirán en parte de un todo mojado, metáfora viva de la unión infinita de lo diverso.

Las ideas, agolpadas detrás de alguna camiseta olvidada por semanas en la terraza, quieren llegar para presentar un certificado de supremacía, pero es tanta la niebla que cualquier posibilidad de prepotencia intelectual queda opacada por la presencia robusta del misterio blanquecino.

Meditación de la mañana, esta misma, donde el sol espera sin desesperación por la hora en que la nubosidad se despeje, para participar de un banquete de calor esparcido y ser parte de un diálogo con todas las cosas que aceptan su toque caliente y su mirada tierna. 

25.8.13

Visiones

Encuentros verdaderos



Hay misterios, hay verdades, hay secretos, hay preguntas, hay silencios, hay respuestas. Y en cada segundo podemos habitar y ser habitados por todo eso, sutil y majestuoso,  que se manifiesta en lo que fuimos, somos y seremos.



Diego Oscar Ramos 
(texto y dibujo)




Es algo que pasa cuando podemos despejar las capas que anteceden el contacto directo. Es más bien el camino entre las ganas de llegar a ese sitio y la sensación de tener las manos sobre la masa, con el amor que requiere cualquier manera de amasado. Y toda forma de encuentro.

Es eso que se abre cuando dos miradas se dejan de pensar, para transparentarse en el tacto de las pupilas, que danzan la memoria del ensanchamiento y la contracción, como vía directa, sin tumbos ni desvíos, hacia el goce de verse de pie. Y firmes ante vientos helados, que empiezan a calentarse sólo por acariciar la entereza de los que saben que quieren, que pueden y que deben estar ahí, afiebrados de movimientos leves, que hipnotizan a las nubes.

Es esto, que toco, que invento, que reconozco, que descubro, que dejo que me toque con piel de crayones derretidos sobre un papel con sabiduría de vacío, lleno de goces ante la materia viva que dibuja palabras y escribe soles desnudos, que navegan trayectorias iguales, cambiantes, eternas.

Es así, en este deambular de silencios míos, de temblores nuestros, de sonidos de todos, como penetro la distancia que se desvanece con mi afecto, para mirarle la cara a la esfinge, con seguridad, pero sin desafíos, porque los dos sabemos, ahora, que la valentía no requiere de pruebas y que todo lo que debía hacerse ya aconteció, en el mareo de siglos que antecedieron a este encuentro sin acertijos.

Es aquí, en el marco de un cuadro que se pinta con los dedos contentos, donde me ilustro con sonidos que excitan y calman, que conocen los ritmos con que la luna acaricia a los hombres que han hablado con el dragón que la habita y saben que santo es aquel que reconoce que hay fuego en su vientre y agua en sus manos.

Es a mí, en la línea que va de los pies a los astros que aman esta caminata sin inicio, a quien hablan las voces de un sueño que está siendo, donde caballos blancos, princesas inquietas, fieras solitarias, lanzas afiladas y verdades sólidas llegan juntos para abrazarme, bien fuerte, y decirme, con mi propia voz, que estamos listos.

  

18.2.13

Puntos de pasaje



Del otro lado

Para muchos hechos, bien valen algunos dichos, que pueden nacer como preámbulo de una entrega a la acción que nos construye, con preciosa desmesura.


Diego Oscar Ramos





Si te contara lo que es. Si te dijera cada gota que se desparrama sobre el cielo. Si te mostrara cada una de las manivelas de lo que se desplaza despacio.

Si me diera hambre en este instante. Si me buscara dentro de barriles de alcoholes eternos. Si me encontrara en sobriedades deslumbrantes.

Si te diera miles de abrazos hipnóticos. Si te señalara lugares donde las nubes descansan y las constelaciones piensan.

Si me desesperara por ya no más desesperarme. Si me aliviara por encontrar en un cajón todos los alivios. Si me iluminara con la palabra que me mira con paciencia.

Si te deseara con la pasión de un cataclismo. Si te tocara con la sed del polen. Si te rugiera con la dulzura de una fiera.

Si me alzara en vuelo real. Si me ofreciera majestades insólitas. Si me regalara potestades cómicas.

Si te abriera portones. Si te expandiera jardines. Si te honrara con claves.

Si me tomo de la mano. Si me llevo hasta el lugar. Si me  presto atenciones.

Si te veo al otro lado. Si camino hasta ese sitio. Si te escucho con mis manos. 

Nazco. Del otro lado. 

25.1.11

Ser y Estar


Madrugada de pájaros y llaves.


Visiones nocturnas, sobre andares luminosos. Con  entusiasmo en los pies y armonía en las manos.


Diego Oscar Ramos


Estuve ahí. Me lo contaron. Me lo contaron porque estuve ahí. 

Las llaves saben de la presencia del cerrojo. El cerrojo construye la presencia luminosa del llavero, en la mano del que sale a jugar, de madrugada, cuando la luna dio la vuelta, y sólo se deja ver en la terraza, donde a veces se saludan cuando cuelga la ropa. En esas horas, calmas, en que las lavadoras duermen, hermosas.

Estuve ahí donde escribo estancias y dibujo grandes espacios de tiempo, para que pasten gustosos los recuerdos que soñaré para rehacer la persona que siempre fui. A pesar de los despertares roncos, en que las canciones que lancé a los sonámbulos parecieron rebotar en techos sin gatos.

Los animales saben de la ausencia del amo, cuando aman la aventura de sentirse dueños de los bordes de las cosas, donde las casas son todas la misma sensación de andanza libre, despierta, atenta a todos los sonidos que podrían ser parte de una sinfonía tan polifónica como la vida. Cuando se ofrece, abierta, desnuda, sonriente.

Lo conté porque estuve ahí. Estuve ahí porque me lo contaron.

Las correrías de las palabras calientes salen sin asperezas por las gargantas que salieron de ronda, sin sueño, por lugares donde las manzanas van por un lado y la arena por otro, donde los sabores afinan con las lenguas más refinadas, para ser siempre lo que han de ser. En ese punto justo donde las estrellas miran fijo, hipnotizando de anhelos renovados las almas inquietas, por dudar del lugar donde las esperan los espejos.

Me lo contaron ellas mismas, con ojos de espuma y manos de pasto húmedo. Las escucho con los poros libres, para que su luz juegue adentro de mis pasos. Y su viento despeine cualquier peldaño flojo en las ganas de andar suelto. Aflojando lamparitas quemadas, en las casas que quieren ver todo de nuevo.

Estuve ahí, lo cuento ahora mismo, en el centro donde la pluma sabe de la tinta que está llegando. Para firmar las cartas de independencia. Esta noche de luciérnagas cantoras. Y pájaros que habrán de ser muchos, de aquí a poco, para lanzarle una cuerda al sol. Y abrazarse, juntos,  en un fuego de amaneceres eternos.



17.2.10

Encuentros y despedidas

Soltar amarras

Reencontrarnos con quienes somos. 










Diego Oscar Ramos - Dedicado a Rolando Toro Araneda.


Sentir que somos, que estamos, que nacimos muchas veces de nuevo, cuando pudimos vernos en la mirada emocionada de otros, en su plenitud de estar mirándonos con los ojos brillosos. 

Sentir que sentimos, que somos, ahora, que crecimos con cada momento en que soltamos amarras, para jugar como niños, con toda la armonía y la alegría que da saberse sonreír, en este mismo instante de la escritura, que deja de preguntarse por lo que puedan decir los que miran desde afuera y desde adentro del texto, porque lo más placentero es percibirse con el vientre, con las vísceras, con la potencia en vibración máxima de todo el cuerpo siendo uno, en un abrazo, en una danza de conexión real, contenta, inocente, seductora, amorosa, afectiva, integradora, con nosotros mismos siendo lo que somos, lo que está impreso en nuestra realidad, esa verdad que trasciende todas las razones por las que hayamos disuelto muchas veces nuestro pacto germinal con nuestro ser verdadero.

Sentir que hay seres eternos, que nos han ayudado con su haberse dejado ser, con su haber soltado amarras a tiempo, para crearse únicos, ellos mismos, los que vinieron al mundo para hacer algo que tenían que hacer, que no dudaron en concretar, que se entregaron a la misión de lo que los llamó con urgencia cariñosa para que su huella fuese un espejo sutil y fulgurante de lo que ellos mismos lograron sentir de lo que eran, de cómo eran y cómo habían podido reencontrarse con su fuente de verdad absoluta porque lo quisieron profundamente.

Sentir como máximo deseo, en este instante, de querer a un nivel infinito la integración con la alegría de desear, con el éxtasis de ser el sentimiento con las compuertas abiertas, como quien sale corriendo al encuentro de la gloria máxima de estar siendo, de estar compartiendo el encontrarse con cuerpos abiertos de mirada transparente, sentida, verdadera, amorosa.

Sentir que queremos despedir con el corazón abierto a todos los humanos más humanos que hemos conocido, que nos han regalado su estar enteros y su firmeza en este universo de goces y respuestas, de sabores y presencias, de multitudes y encuentros. 

Sentir que amamos agradecer a los que se quisieron amar para poder abrirse a lo humano con el alma suave, preparada para recibir el afecto de todos los que comienzan a disfrutar de reconocerse en la mullidez de lo fraterno, lo que le habla directamente a la sensación, presente, poderosa, de estar vivos, ahora.

  

28.12.09

Piel a piel


Aventura máxima


Andarse por los caminos del encuentro. 


Diego Oscar Ramos




Paso a paso, cordón por cordón, vereda por vereda, siguió adelante.


Centímetro a centímetro, huella por huella, limpió la calle, barrió las ventanas, caminó los techos.


Dedo por dedo, uña por uña, línea por línea, acarició una mano.


Cuerpo a cuerpo, brazo a brazo, rugido a rugido, se arrojó a los leones. 


Paso a paso, salvador a salvador, profeta a profeta, humilde a humilde, hombre a hombre, dio la cara. 


Ojo a ojo, lengua por lengua, nariz sobre nariz, sintió su carne. 


Hora por hora, día a día, segundo por segundo, minuto a minuto, olió el tiempo.


Palmo a palmo, señal por señal, sordera a sordera, luz por luz, hizo lo que quiso. 


Imagen por imagen, nombre a nombre, templo a templo, estampa por estampa, brillo a brillo, rezó a su Dios. 


Pared por pared, puente a puente, encrucijada por encrucijada, anduvo los caminos.


Día por día, bocanada a bocanada, piel a piel, supo quién era.


Y decidió ser, para siempre, el color de su nombre.  

14.11.09

Apariencia y esencia

Palabras de arcilla


Moldeando ideas sobre el arte  de la entrevista.






Diego Oscar Ramos




    Podría parecer, visto de afuera, que es sólo una charla. Uno actúa, o los dos implicados lo hacen, que apenas es parte de una conversación. Y al mismo tiempo, cuando las cosas funcionan, cuando hay verdad en la acción realizada, lo que acontece es todo menos una actuación. El pasillo de la actividad, la antesala, el lugar donde se realiza la preparación para el acto mágico, se da en los primeros minutos, en la llegada al sitio, en las miradas iniciales, en el saludo entre entrevistado y entrevistador. Puede haber agentes de prensa, puede no haberlos, puede haber soledad en el encuentro, puede haber un séquito de colaboradores del personaje dispuesto a hablar para que sea publicada una cadena de palabras salidas de su boca. O puede estar solo frente al periodista, lo que hará siempre más fácil la producción de un espacio de creación donde ideas o biografía lleguen, con suerte y disposición, a ser un material que se entregue libre a una esculturización hecha de gestos, vocalizaciones, pensamientos y sensaciones. Porque hasta las anécdotas más íntimas que lance el entrevistado sobre su vida, envueltas en la tela de la performance periodística, pasan a ser una arcilla suave para construir un objeto tan bello y significativo como una música acariciadora. 

     Cuando hay armonía en el encuentro, cuando en verdad se dio la conjunción de estados de apertura, se vuelve tan importante la investigación previa del periodista como el talento en olvidarse de todo, para que lo que suceda sea lo que allí tiene que suceder, para que la dinámica de lo que se abrió allí sea la que lleve el punteo de lo que sea dicho. Claro que ese olvidarlo todo podría traducirse en un estar seguro de que el guión ya ha sido incorporado, que el cuerpo ya grabó esas coordenadas, pero que el que traerá su lógica de totalidad será el mismo encuentro, donde el mapa se las verá con el territorio. 

    Porque no se trata sólo de información, aunque esa pueda ser la mercancía que nos pidan y haya un paisaje que debamos fotografiar para que la entrevista pueda ser publicada. Se trata de que logremos construir un puente, un canal de diálogo verdadero, para que la información tenga carga de verdad y logre ser música para quien la reciba. Un papel de diario puede llevar consigo una melodía que regale sentidos esenciales en un instante donde la apertura de algunos sentidos acontece en la persona a quien un mensaje le llegó en el instante preciso en que las palabras se transforman en acción y traen movimiento. Si eso acontece, el puente moldeado en la entrevista extenderá sus límites y dará nuevos sentidos a esa ficción bendita de dos que se encuentran para hablarle a cientos, miles o millones que encuentran fotos propias, esparcidas entre las palabras ya dichas. El puente se hace de a muchos.