sensaciones y pensamientos


Escrituras



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4.6.14

Madrugada de voces


De este lado del tiempo

Sensaciones de agua abrazan un alma inquieta, que busca andar con pasos firmes y el corazón atento. 


Diego Oscar Ramos


Presencia real, en el centro del pecho, ahora que las rosas de tu jardín me hablan en un lenguaje de ojos húmedos y almas abrazadas a lo que es poderoso, porque solamente es, porque ya nació, porque está de este lado del tiempo.

Presencia real, en el agua de mis pensamientos, que van muchas veces en paralelo a lo que el cuerpo quiere como regocijo cotidiano, por lo que le manda cartas certificadas para llamar la atención de la mente y pedirle descanso.

Presencia real, en la certeza de las tormentas, que se abren espacio entre los dedos de los pies, para mojar de transparencia los pasos que daremos desde este mismo segundo en que las palabras acompañan el ímpetu del corazón atento.

Presencia real, en el espíritu empapado, que sueña con una integración gozosa de tierras, mares, desiertos y montañas, en un mapa vivo, de ser humano que baile los misterios con esperanza de calor solar, aún en la noche más oscura.

Presencia real, de la potencia de transformación, en las manos que acarician, en las ideas que se alinean al afecto, en las caminatas en silencio, escuchando la música del orden con que las cosas saben ser caos, para bendecirnos de armonía eterna.


25.8.13

Visiones

Encuentros verdaderos



Hay misterios, hay verdades, hay secretos, hay preguntas, hay silencios, hay respuestas. Y en cada segundo podemos habitar y ser habitados por todo eso, sutil y majestuoso,  que se manifiesta en lo que fuimos, somos y seremos.



Diego Oscar Ramos 
(texto y dibujo)




Es algo que pasa cuando podemos despejar las capas que anteceden el contacto directo. Es más bien el camino entre las ganas de llegar a ese sitio y la sensación de tener las manos sobre la masa, con el amor que requiere cualquier manera de amasado. Y toda forma de encuentro.

Es eso que se abre cuando dos miradas se dejan de pensar, para transparentarse en el tacto de las pupilas, que danzan la memoria del ensanchamiento y la contracción, como vía directa, sin tumbos ni desvíos, hacia el goce de verse de pie. Y firmes ante vientos helados, que empiezan a calentarse sólo por acariciar la entereza de los que saben que quieren, que pueden y que deben estar ahí, afiebrados de movimientos leves, que hipnotizan a las nubes.

Es esto, que toco, que invento, que reconozco, que descubro, que dejo que me toque con piel de crayones derretidos sobre un papel con sabiduría de vacío, lleno de goces ante la materia viva que dibuja palabras y escribe soles desnudos, que navegan trayectorias iguales, cambiantes, eternas.

Es así, en este deambular de silencios míos, de temblores nuestros, de sonidos de todos, como penetro la distancia que se desvanece con mi afecto, para mirarle la cara a la esfinge, con seguridad, pero sin desafíos, porque los dos sabemos, ahora, que la valentía no requiere de pruebas y que todo lo que debía hacerse ya aconteció, en el mareo de siglos que antecedieron a este encuentro sin acertijos.

Es aquí, en el marco de un cuadro que se pinta con los dedos contentos, donde me ilustro con sonidos que excitan y calman, que conocen los ritmos con que la luna acaricia a los hombres que han hablado con el dragón que la habita y saben que santo es aquel que reconoce que hay fuego en su vientre y agua en sus manos.

Es a mí, en la línea que va de los pies a los astros que aman esta caminata sin inicio, a quien hablan las voces de un sueño que está siendo, donde caballos blancos, princesas inquietas, fieras solitarias, lanzas afiladas y verdades sólidas llegan juntos para abrazarme, bien fuerte, y decirme, con mi propia voz, que estamos listos.

  

23.6.13

Rituales nocturnos


Soltar la lengua


Hay momentos donde las preguntas se van a dormir, los padres de la razón se van de vacaciones y las palabras se abrazan, en desmesura cálida.



Diego Oscar Ramos
(texto e imagen)



Es así, lo siento en este momento, ni antes ni después, ni en alguna vez que hay que buscar en la gatera de las sensaciones, donde los maullidos del pensamiento perruno nos dicen que para encontrar algunos recuerdos hay que saber la contraseña, pero en el momento exacto en el cual nos la piden, porque no vale ir a buscarla en el papel donde alguna vez la anotamos para no olvidarla.

Es de noche, o más bien es madrugada, es alguna forma de anotaciones en la pared del temporal, son diseños nocturnos, con paquetes de sal arrojados al viento, como si los matrimonios que se han celebrado siguieran pidiendo elementos blancuzcos sobre las cabezas que ya no están así, como mirando al futuro, donde el arroz pueda confundirse con lo que sala la existencia.

Es silencio de negras, es un pentagrama vacío, en espera de guirnaldas estridentes que lo digan todo de una vez, sin pausas de espera a que el director vuelva a la sala, luego de sus salidas para fumarse la música que aún no trajo, para dejar a todos los instrumentistas con más aire del que sus bolsillos contienen para que su mano pueda entrar, cuando afuera hace frío, y las horas de ensayo terminaron.

Es sabido que nada se sabe, pero también se desconoce todo lo que está del lado absoluto del vacío, con tantos vasos de alcohol derramados en mesas de bares, cuando el mundo se podía desarmar en un soliloquio desesperado, mientras los cometas esperan que la idea precisa alumbre alguna mirada, que se transforme en caricia, para que el planeta salga disparado hacia fuera de la galaxia, en un periplo que tal vez tenga su linda lógica.

Es lluvia en los ojos, es invierno en la avenida, es calor en el grito feliz con que te abrazo esta temporada de vegetales arriba de la cocina, de fieras tranquilas, pastando la calma de un universo que ya no quiere carne animal en las mandíbulas humanas y una soledad de carnívoros vive acercándose al sol, para limpiarse el frío de las comidas últimas que coronaron su lejanía.

Es ahora que entiendo que cada idea se balancea sobre un mapa de raspones, todos juntos, en trayectoria de río caudaloso, rememorando caídas ciclísticas que son saber moverse en el hielo que una vez fue un lago, donde nadaban las monjas nudistas que celebraban su fe, desprovistas de hábitos antiguos.

Es que esta vez nada hay que desmentir a los testigos de los que armaron las valijas porque tenían que irse temprano, para despertar a los pájaros que arman bataholas en los árboles donde los ojos de los que quieren seguir durmiendo lanzan bombas de impaciencia. 

Es como si las palabras me dieran besos en las piernas, para que este minuto, las deje acolchonarse, juntitas, dándose calor, amándose de formas suaves, e invitándome a la fiesta de lo que no importa saber, para mirar al cielo y ofrecerse sin dudas a cuidar de todo, para soltar lo innecesario, antes de que el borde de las cosas se ponga cargoso y nos quiera hacer creer que lo que sentimos tiene nombre y lo que adoramos duerme abajo de la cama.


Es porque sí, nos fuimos a pasear, dejamos que la inconsciencia baile con las tías macanudas, para que lo justo sea necesario y la soledad una fruta abrillantada en el pan dulce que las deja mudas, al salirse del molde, para bailar en los salones navideños, en libertad de rito hecho cuando tiene que hacerse, sin almanaques ni rutinas que nieguen la magia, que te toca la punta de los dedos, para que te acuestes con ella. Y la multipliques. 


18.2.13

Puntos de pasaje



Del otro lado

Para muchos hechos, bien valen algunos dichos, que pueden nacer como preámbulo de una entrega a la acción que nos construye, con preciosa desmesura.


Diego Oscar Ramos





Si te contara lo que es. Si te dijera cada gota que se desparrama sobre el cielo. Si te mostrara cada una de las manivelas de lo que se desplaza despacio.

Si me diera hambre en este instante. Si me buscara dentro de barriles de alcoholes eternos. Si me encontrara en sobriedades deslumbrantes.

Si te diera miles de abrazos hipnóticos. Si te señalara lugares donde las nubes descansan y las constelaciones piensan.

Si me desesperara por ya no más desesperarme. Si me aliviara por encontrar en un cajón todos los alivios. Si me iluminara con la palabra que me mira con paciencia.

Si te deseara con la pasión de un cataclismo. Si te tocara con la sed del polen. Si te rugiera con la dulzura de una fiera.

Si me alzara en vuelo real. Si me ofreciera majestades insólitas. Si me regalara potestades cómicas.

Si te abriera portones. Si te expandiera jardines. Si te honrara con claves.

Si me tomo de la mano. Si me llevo hasta el lugar. Si me  presto atenciones.

Si te veo al otro lado. Si camino hasta ese sitio. Si te escucho con mis manos. 

Nazco. Del otro lado. 

5.9.10

Certezas y misterios

Salir a la superficie

Desperezarse, percibir el suelo y dar el salto justo. 



Diego Oscar Ramos



    Siempre hay un lugar, un rincón donde los labios se abren, dejan que el aire guardado salga, para desempañar todas las ventanas cerradas. A veces es la música, es una melodía que entra por las plantas de los pies, para que la sangre empiece a circular con libertad y las sonrisas se muevan de su sitio quieto, para bailar sobre los techos.

    Cuando aparecen las melodías salvadoras, cuando las busco y cuando las encuentro, me trepo a la antena más alta de mis memorias nuevas y lanzo una nota que despierta pájaros desbandados. Espero unos pocos segundos, mientras el sol pinta toques suaves en los párpados cerrados, para que la aparición sea gozosa y nacida de certezas y misterios. Entonces, cuando abro los ojos, los veo pasar por encima de mis deseos, me dejo habitar por su velocidad y su calma, saludo su voluntad de reunión y bajo contento, sabiendo que habrá sabiduría en su búsqueda de comunidad y alegría en su individualidad agradecida de contraste.

   Ahora que estoy a la altura donde el horizonte muestra dónde van los sueños lúcidos, palpo todo lo que siento que define los movimientos que hice desde la primera vez que pude pararme, silencio reclamos de sitios no andados y me desperezo, con ganas. Expulso entonces todo el tóxico que a veces guardamos creyendo que lo sano es aburrido y camino sin pensar, atraído por perfumes que nacen del otro lado del mar, donde el sol se acuesta a dormir, cuando las aves aceptaron el don del vuelo grupal. 

    Siempre hay un lugar, una hora, un movimiento, lleno de una música que nos hace nuevos, que nos desatornilla desde adentro, confundiendo nuestras confusiones y dándonos una gracia andante, que crece y nos manifiesta como somos, antes de cualquier pacto con lo no se mueve, para convertirnos por fin en espejos fieles del ser que ya no pide permisos. Y no quiere mostrarse nada a sí mismo, apenas se come su cascarón, agradece el alimento provisto, percibe su fuerza y sale a la luz, para siempre.






18.2.10

Vivencia



Percibirse


Sentir el ser.






Diego Oscar Ramos






Estoy. Siendo. Sentido.


Siendo. Soy. Sentido.


Estoy. Sintiendo. Sentido. 


Siento. Estar. Siendo.


Humano.

17.2.10

Encuentros y despedidas

Soltar amarras

Reencontrarnos con quienes somos. 










Diego Oscar Ramos - Dedicado a Rolando Toro Araneda.


Sentir que somos, que estamos, que nacimos muchas veces de nuevo, cuando pudimos vernos en la mirada emocionada de otros, en su plenitud de estar mirándonos con los ojos brillosos. 

Sentir que sentimos, que somos, ahora, que crecimos con cada momento en que soltamos amarras, para jugar como niños, con toda la armonía y la alegría que da saberse sonreír, en este mismo instante de la escritura, que deja de preguntarse por lo que puedan decir los que miran desde afuera y desde adentro del texto, porque lo más placentero es percibirse con el vientre, con las vísceras, con la potencia en vibración máxima de todo el cuerpo siendo uno, en un abrazo, en una danza de conexión real, contenta, inocente, seductora, amorosa, afectiva, integradora, con nosotros mismos siendo lo que somos, lo que está impreso en nuestra realidad, esa verdad que trasciende todas las razones por las que hayamos disuelto muchas veces nuestro pacto germinal con nuestro ser verdadero.

Sentir que hay seres eternos, que nos han ayudado con su haberse dejado ser, con su haber soltado amarras a tiempo, para crearse únicos, ellos mismos, los que vinieron al mundo para hacer algo que tenían que hacer, que no dudaron en concretar, que se entregaron a la misión de lo que los llamó con urgencia cariñosa para que su huella fuese un espejo sutil y fulgurante de lo que ellos mismos lograron sentir de lo que eran, de cómo eran y cómo habían podido reencontrarse con su fuente de verdad absoluta porque lo quisieron profundamente.

Sentir como máximo deseo, en este instante, de querer a un nivel infinito la integración con la alegría de desear, con el éxtasis de ser el sentimiento con las compuertas abiertas, como quien sale corriendo al encuentro de la gloria máxima de estar siendo, de estar compartiendo el encontrarse con cuerpos abiertos de mirada transparente, sentida, verdadera, amorosa.

Sentir que queremos despedir con el corazón abierto a todos los humanos más humanos que hemos conocido, que nos han regalado su estar enteros y su firmeza en este universo de goces y respuestas, de sabores y presencias, de multitudes y encuentros. 

Sentir que amamos agradecer a los que se quisieron amar para poder abrirse a lo humano con el alma suave, preparada para recibir el afecto de todos los que comienzan a disfrutar de reconocerse en la mullidez de lo fraterno, lo que le habla directamente a la sensación, presente, poderosa, de estar vivos, ahora.

  

12.2.10

Cuerpo presente

Paraíso sin bordes



Ceremonias sonoras.





Diego Oscar Ramos




Siempre que aparecen algunos sonidos, mi cuerpo dice sí, se siente afectuoso, sediento de felicidad en las células, abierto al viento tibio de la verdad, atento a los aromas de lo que habla en tiempo presente.

Ahora que las melodías seducen a la temporalidad que conversa con el principio y con el final, lo que les dice es que lo único real es la permanencia, que no hay canción que termine, que lo que parece silencioso está resonando en otro lugar, para que otras almas transiten los misterios del tiempo.

Siempre que reencuentro algunos sonidos, mi piel lanza señales hacia adentro, charla con los órganos para sentirse parte de un todo que las voces seductoras saben dar una visibilidad sonora, cuando despiertan nuestras vísceras.

Ahora soy esas voces, las escucho cantando sus vértices, dibujando con mis pasos los picos de sus movimientos en el espacio, saltando entre los dobleces de sus formas cambiantes.


Siempre que te escucho, sea donde sea que aparezcas, presto sentidos a lo que digas, a lo que expreses en el instante en que las sensaciones se transforman en mensaje calmo, en sentimientos de presencia.

Ahora estoy, soy mis oídos, soy la frescura del idioma universal, le hablo a mis espectadores más fieles, a cada átomo que se alinea en mi cuerpo, para moverse con alegría cuando llegan sonidos apreciados por el cuerpo todo.

Siempre que busco esos sonidos que alinean mis sentimientos, algo estalla en el aire, con un brillo de aeropuerto en un desierto blanco. Con la magia de un atardecer que copule con el mediodía, para dar un salto absoluto, sin principio ni final, hacia el centro de un paraíso sin bordes.


4.11.09

Ser y estar



Flotación

Ceremonia de soltar amarras, percibirse y renacer.

Diego Oscar Ramos 

Palabras de aliento, de suspensión de las incertidumbres, de flotación en un mar espeso, lleno de minerales que dejan la piel en amantazgo universal, en pausa de creencia de separación con todo lo que está por fuera y por dentro. 


Palabras de sorpresa, de creencia en todo lo que es todo, que es infinitamente igual a lo que es igual, lo que vendría a ser ese todo que fue nombrado y seguirá siéndolo, por los siglos de los siglos, mientras haya bocas que quieran pronunciar lo que nace de esta certidumbre de estar junto a lo que es, lo que se manifiesta, lo que está, desde siempre, hasta cuando aún no se había inventado el principio.


Palabras de respiración, de aire soplando, cálido, por las tuberías donde el alma danza  juguetonas trayectorias, haciendo que el fuelle de la vida cante, en su desplazamiento binario, abriendo y cerrando los canales por donde las cosas se mueven, viajan, cambian y se transforman en otras, tan diferentes, tan iguales, tan células, átomos, electrones de lo que sabe esconderse, para que podamos encontrarnos mientras lo buscamos.


Palabras de fe, de rodillas cómodas en plegaria necesaria para que todo pedido nazca del corazón y la mente limpia, del cuerpo atento a las señales de lo que nos observa mientras nos ponemos en posición de rezo, para acariciarnos con su presencia y concedernos paz, por el sólo hecho de sentirnos en conexión con fuerzas mucho más potentes que las vibraciones eléctricas que construyen los pensamientos de orgullo.


Palabras de caricia, de fuente de calma acuática, de sosiego solar, de caricia salada en un cuerpo relajado, suelto de dudas y lleno de signos de confianza, en lo que escucha de sus músculos, en lo que decide con inmediatez y en los desplazamientos donde va llevándose a sí mismo, seguro y paciente, señor de cada movimiento y espectador activo, de los rumbos para él señalados. 


Palabras de presencia, de solidez, de fortaleza llena de tesoros para compartir, para esparcir e intercambiar, construyendo mundos de ferias eternas, ambulantes, de encuentros fluidos y sentidos agradecidos, por la variedad y la belleza, que nacen de la voluntad de regocijo y movimiento. 


Palabras de fundación, de apertura de puertas y ventanas, de elevación de promesas, de anuncio de victorias y celebración de humildades, de mirada firme en los ojos hallados, al caminar, paso por paso, segundo por segundo, hacia el umbral, brillante y eterno, donde nos será dado, el honor del nacimiento. Una vez más. 

17.1.09

Mapas nuevos y antiguos



Caos y orden


Nacido para una performance teatral sobre rituales cotidianos,  este texto fue danzando libre por sobre sentidos en movimiento constante.


Diego Oscar Ramos – 2000 – Revisión 09


Posición de cuerpos. El caos no es sólo dolor, el caos puede ser un confort elegido, donde habita lo inteligible, lo no percibido, la totalidad rugosa de formas no descubiertas. El orden puede ser una posición de los cuerpos, un desplazamiento gozoso que trace los mapas personales de las rutinas. El placer puede soñar órdenes nuevos, que danzan ese caos nombrado por una mirada que ataca la virginidad de formas, definidas por no saber cómo gozarlas. El ojo mareado habla de caos para olvidar su confusión y miedo a vivir en un mundo impredecible.

Emoción de sentidos. El caos es lo imprevisible, lo que nos sorprende de brazos abiertos y boca en exclamación muda. El orden es lo que llega con apariencia de continuidad, con la certeza de lo que se sabe cómo es y cómo se comporta. Cualquier día lloverá de abajo hacia arriba y deberemos guardar los lentes salpicados por el caos, sonriente de felicidad en las miradas impactadas por el brillo de lo nuevo.

Placer de músculos. No hay un solo orden. Tampoco un solo caos. Los ascetas de la tribu traen definiciones para que todos sepan caminar. Los pasos están dirigidos desde la salida del vientre materno. Pero el caminar puede regalar un desorden sano o un caos purificante, un orden personal que se vista con las ropas que los escribas diseñaron como propia del caos. Nacer es enfrentar mapas antiguos y ajenos. Los nuevos los dibuja el cuerpo: cada músculo sabe lo que siente como vital y lo que vive como dolor para su naturaleza. El placer escribe con tinta noble sobre la piel. Los hábitos que dan goce se fijan como órdenes absolutos para ese cuerpo, sin importar que otros pongan esas rutinas en su museo de lo caótico.



Percepción de almas. El caos es una virginidad de formas danzantes. Los ojos de la mente y el alma arman grupos de entes enfrentados en un baile quieto de dos que no quieren mirarse: orden-caos, bien-mal, felicidad-tristeza. "No hay hechos morales sino interpretaciones morales de hechos", dijo Nietszche. Y tampoco hay conductas caóticas, mejor sentir que hay interpretaciones caóticas de conductas, caos y órdenes que desconocemos, con leyes que superan nuestra percepción de miembros de una tribu que no suele danzar sus misterios.

Necesidad de palpitaciones. El placer crea órdenes nuevos, enfrenta con alegría el caos. Dos cuerpos que se entregan al encuentro pueden hallar órdenes vitales que les pertenezcan. Cada ser puede aislarse en su orden o hasta compartir su caos. Dos seres pueden construir sus hábitos cuando saben palpitar órdenes que nazcan de la necesidad de repetir lo que les hace bien.

Rituales de aliento. El orden puede ser una posición de dos cuerpos, el caos también. Los rituales placenteros alientan en su reiteración la repetición de conductas que escribieron otros que sabían de las formas de goce que pueden brotar de cuerpos únicos, irrepetibles, que saben atravesarse y compartir su desmesura. Los mapas pueden ser guías amistosas de lo que ha dado alegría o paz.



Unidad de contacto. Dos seres unidos no son dos, son algo superior que surge del contacto. El placer es nacimiento, solidifica, gusta de la masa unificada de sensaciones de vida. La unidad es goce de contacto real.

Gozo de cuerpos. El placer necesita de la presencia del caos. Juega con él, le regala elogios para que exista sorpresa cotidiana. Las gotas de caos embellecen órdenes creados por cuerpos que gozan. Los hábitos de placer desatan sentidos nuevos, alimentan órdenes en movimiento que mudan el rostro de las rutinas.

Juego de risas. El caos puede ser una posición de los cuerpos, una cadena mutante de hábitos repetidos nunca igual. El orden también. Los dos se desplazan en un juego risueño donde sus formas se entregan a un hábito de lo blando, lo que puede expandirse sin fracturarse ni perderse en una rutina de lo seco, frío y estático. Mejor lubricar las costumbres, para entregarse al encuentro de lo nuevo, moviéndose imparable, en la vastedad húmeda y caliente, donde todo nace.