sensaciones y pensamientos


Escrituras



6.10.12

Sentido


Un sonido de belleza cariñosa

Adentro, bien adentro, una canción poderosa nos arrulla, eterna, el alma. Y renueva de sentidos todo lo que nos pasa, hasta lo que llega como un terremoto, barriendo lo que hasta ese momento creemos que es la vida.  





Diego Oscar Ramos



(texto e imagen)


Hay un sonido que nos envuelve el corazón, con una gracia de caricia y un ímpetu de sanación. Está aquí, apareció en algún momento en el que la distracción de la mente permitió una llegada plena, sin ninguna de esas trabas que a veces podemos presentarle a lo que nos celebra como seres únicos, perfectos, indispensables. Y si estas tres palabras parecieran brotar del ego, es ese sonido de belleza cariñosa el que nos habla, de repente, sorpresivo, para decirnos que todos aparecemos en este mundo para traer una flor de aroma nuevo, que aporta su potencia a una vida que nos necesita. Aún cuando ha estado antes de que existiéramos y seguirá estando cuando nuestra carne sea parte del viento, bendita paradoja, que tiene sus recorridos laberínticos hasta que podamos sentirla.


Siempre habrá un instante en que nos demos cuenta, con los sentidos unificados, que todos tenemos un lugar que nos pertenece, una especie de radio de  vibraciones andantes con que vamos modificando lo que pasa alrededor nuestro. Y desde el cual nos dejamos modificar con las irradiaciones de tantos seres que integran la danza perpetua de nuestra vida. Hasta con los pensamientos dejamos una huella personal, con los que decimos en voz alta o los que guardamos sin darnos cuenta que se reflejaran en el rostro o las posiciones del cuerpo en el espacio que andamos, en silencio o a los gritos. Mejor cantar que gritar, hasta cuando la tristeza pediría grandes vociferaciones para sacarnos de encima lo que duele, como buscando vaciarnos de lo que no sirve o lo que lastima por dentro, con esa misma facilidad con que damos vuelta una bolsa con migas de pan cuando el alimento ya ha sido servido en la mesa. Tiramos al pasto esas cascaritas que supieron ser trigo, para que los pájaros bajen del cielo y compartan una fiesta de sanación, un banquete que cada día tenemos sólo con que al alimento del cuerpo se sumen miradas cálidas que nutran el corazón con brillo en los ojos y sabiduría en la boca silenciosa.


Hay tiempo para todo, para hablar y para esperar, para llorar o para pararse en otros pies, que son los mismos, pero casi se sienten como otros, para lograr andar por lugares que nos quieren sólidos, pero nunca duros, íntegros y sensibles, para hacer todo lo necesario para que los que queremos permanezcan sanos y felices. Muchas palabras bonitas, podrán sentir algunos oídos, a los que les reconozco la verdad de su duda, pero les digo que son momentos de creer, más que nunca, en la mejor de nuestras configuraciones. Para que desde ese ser que somos, el que tiene una canción propia desde que vio la primera luz, sea el que manifieste su sonido en el mundo. Ese cúmulo de vibraciones que pueden acariciarnos y acariciar, en un diálogo musical que nos de fuerza, para fortalecer a los otros que nos precisan. Para que andar sea como bailar, hablar como cantar y estar en silencio una forma de conectarse con el sentido que nos dio vida.



1 comentario:

Zoe Rodríguez dijo...

que son momentos de creer, más que nunca, en la mejor de nuestras configuraciones... Me encanto!!! felicitaciones....