sensaciones y pensamientos


Escrituras



25.8.13

Visiones

Encuentros verdaderos



Hay misterios, hay verdades, hay secretos, hay preguntas, hay silencios, hay respuestas. Y en cada segundo podemos habitar y ser habitados por todo eso, sutil y majestuoso,  que se manifiesta en lo que fuimos, somos y seremos.



Diego Oscar Ramos 
(texto y dibujo)




Es algo que pasa cuando podemos despejar las capas que anteceden el contacto directo. Es más bien el camino entre las ganas de llegar a ese sitio y la sensación de tener las manos sobre la masa, con el amor que requiere cualquier manera de amasado. Y toda forma de encuentro.

Es eso que se abre cuando dos miradas se dejan de pensar, para transparentarse en el tacto de las pupilas, que danzan la memoria del ensanchamiento y la contracción, como vía directa, sin tumbos ni desvíos, hacia el goce de verse de pie. Y firmes ante vientos helados, que empiezan a calentarse sólo por acariciar la entereza de los que saben que quieren, que pueden y que deben estar ahí, afiebrados de movimientos leves, que hipnotizan a las nubes.

Es esto, que toco, que invento, que reconozco, que descubro, que dejo que me toque con piel de crayones derretidos sobre un papel con sabiduría de vacío, lleno de goces ante la materia viva que dibuja palabras y escribe soles desnudos, que navegan trayectorias iguales, cambiantes, eternas.

Es así, en este deambular de silencios míos, de temblores nuestros, de sonidos de todos, como penetro la distancia que se desvanece con mi afecto, para mirarle la cara a la esfinge, con seguridad, pero sin desafíos, porque los dos sabemos, ahora, que la valentía no requiere de pruebas y que todo lo que debía hacerse ya aconteció, en el mareo de siglos que antecedieron a este encuentro sin acertijos.

Es aquí, en el marco de un cuadro que se pinta con los dedos contentos, donde me ilustro con sonidos que excitan y calman, que conocen los ritmos con que la luna acaricia a los hombres que han hablado con el dragón que la habita y saben que santo es aquel que reconoce que hay fuego en su vientre y agua en sus manos.

Es a mí, en la línea que va de los pies a los astros que aman esta caminata sin inicio, a quien hablan las voces de un sueño que está siendo, donde caballos blancos, princesas inquietas, fieras solitarias, lanzas afiladas y verdades sólidas llegan juntos para abrazarme, bien fuerte, y decirme, con mi propia voz, que estamos listos.

  

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