sensaciones y pensamientos


Escrituras



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1.8.09

Cartas y luces

Siete soles


Las palabras, los sentidos y los sentires pueden jugar a las cartas y reírse juntos, sobre la soga de una felicidad luminosa.
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Diego Oscar Ramos
 (texto e imagen)


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Juro que juro, que camino, que ando, que me manejo con las perspectivas usuales, que lo usual carece de perspectiva única, que andar es la mayor perspectiva para un ser andante, que andar es la mayor certeza para quien se mueve en un paisaje que es movimiento.
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Juro que jurar es una forma de hacer andar las palabras, de recordar sentencias fuertes soltadas al aire como juego serio, como parte de un misterio de situaciones que se resuelven con palabras y con números, con miradas y decires, con sintonías acordes a números que se consiguen y que se muestran, que se exponen para formar trayectorias que obtienen premios, que se privilegian en sus llegadas y sus presentaciones.
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Juro que apenas juro porque recordé la palabra cuando quería lanzarme a escribirme en las sensaciones que queremos atesorar para que dejen de ser sólo nuestras, para que anden también ellas en su propia trayectoria expansiva.
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Camino de la mano de las palabras que son juramento de sentido, que se saben unidas, pero con una promesa de libertad, de ayuda mutua para llegar a los acuerdos necesarios, con alegría de deslizarse entre manos que se sostienen sin apretar, sin lastimar de prisión lo que disfruta de moverse con sutilezas.
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Ya andan entonces mis palabras, mis sentidos, en órbita tranquila con las cosas, en saltos felices, como de botas pasando de un charco a otro en día de tormenta con derecho a tarde de plaza. Me mojo en las manos que escriben, me veo y me construyo andando, con mis palabras, con mis atardeceres, con mis nocturnidades y mis soles tempraneros.
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Todos nos miramos, sin prisa, con picardía de equilibrista aventurero, que sonríe de saberse capaz de ser su propia red protectora. Y escribimos firme la soga por la que andaremos en puntas de pies, dando saltos virtuosos para festejarnos la sincronía, la luminosidad de poder sentir la superficie en cada célula de piel que se anima a seguir andando, con la hidalguía de una columna vertebral que guarda con placer la médula de lo que es cierto, lo que es andanza saltarina de gotas de sol.
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Pasamos al otro lado, o era el mismo lado con otras ceremonias que seducen de llegada a quien siempre está partiendo, dicen de este lado algunas palabras, que juegan a poner dudas o paradojas para divertir a los sentidos en su desplazamiento por la soga de sentires.
Vientos soplan risas y acomodan en una sola ocurrencia lo que estaba disperso, lo que se agarraba la panza en señal de pura carcajada, en presencia de fiesta sensorial, en espasmo de expansión, en entrada triunfal a la fiesta.
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Soñamos serpentinas, mis palabras, mis movimientos, mis ocurrencias, mis objetos parlantes, mis más gritonas sensaciones de pertenencia, para tranquilizarnos juntos y acariciarnos de inmediatez.Nos miramos, nos sabemos, guardamos en el bolsillo los signos de pertenencia y sacamos todos una carta. Las mostramos, la dejamos ser observada, miramos las que se han presentado y la alegría se presenta urgente, inesperada, bienvenida.
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El siete de oro, en constelación de soles alineados, estalla de música en el salón de espejos. Y nada podría hacernos sentir mejor en este momento.

7.1.09

Creencias y números


Dios en el Super
 

Con la misma intermitencia binaria del código digital, la creencia en lo sagrado parece vivir una inspiración y exhalación constantes. Claro que menudencias cotidianas y coincidencias numéricas pueden poner en cortocircuito el proceso. Y dejarnos de mandíbula caída, sorprendidos con la delicadeza con la que el gran guionista nos entrega sus señales.


Texto y fotos: Diego Oscar Ramos

1- Dios se muestra en el supermercado. A decir verdad, se muestra todo el tiempo, con todos sus nombres, formas, colores, danzas y sonidos. Y también puede hacerlo en el supermercado. El tema es que a veces lo olvidamos. O le damos una entidad menos sustanciosa a su presencia, poniéndolo en un lugar de vibración paralela al cuerpo, como si pudiésemos ponerlo en el placard mientras estamos ocupados - con la mayor de las suertes - o preocupados en lo que tenemos que hacer o decir o pensar o actuar.

2- Dios se puede mostrar, hacerse obvio, dejándonos en cada momento mensajes, a través de símbolos que nos sean más sensibles. Como un mensajero que trae una llave hecha de palabras escogidas con precisión en la feria de particularidades de lo existente. A cada cual hablándole con el idioma que vaya a entender en el momento preciso. Aún cuando en un rato vayamos a olvidar todo para que el brillo de la sorpresa nos haga sentir esa verdad que nunca fue sólo una idea. Y cuando menos lo esperemos, hasta cuando naufraguemos en el descrédito, ahí justo cuando nos estemos tapando el amanecer con las manos, se nos puede aparecer el mensajero.


3 – Dios se muestra, a veces, con mensajes de una insistencia propia de lo que se repite cíclicamente, para que los telegramas generen un goce por despertar en el cuerpo una lectura de esa recurrencia. Y vemos símbolos imprevistos, sentimos lo sagrado y creemos que el sentido total de lo que puramente es puede andar con alegría en algunas coincidencias numéricas.

4 - Dios se muestra en el supermercado. O en dos. Cuando en un segundo nos damos cuenta de que a diferencia de minutos, hemos usado el mismo número, exacto, de dinero para hacer dos compras distintas en dos sitios distintos. Y ese no haber calculado nada, el haberse dejado llevar una tarde por las ganas de disfrutar de algunos alimentos para sentirse bien, para darse gustos, como suele decirse, con una liviandad de lo que pasa sin darse cuenta, pero que está en la casa luminosa de lo sagrado, más que muchas lecturas bíblicas hechas sin ganas.


5 – Dios se mostró en el supermercado. O en dos. Y poco antes en un local de Internet, cuando hizo que olvidáramos y recuperáramos una billetera, enterita, con todos los papeles de colores y números, poco antes de festejar el reencuentro con esa segunda compra que trajo la coincidencia. Y dentro de la morada de billetes estaba también la estampita de San Jorge, con su lanza atenta a quebrar la intermitencia de las creencias, teniendo en la mira al dragón del malestar, ese que casi enciende la bronca cuando nos dimos cuenta del olvido y rezamos una fórmula mágica, heredada de abuelos mágicos, para encontrar objetos perdidos. Y si con la recuperación de la billetera en el paraíso de las comunicaciones digitales estaba averiada la actitud binaria de creer y descreer, qué estocada a la fría razón le dio unos minutos después el guionista, poco después de comprar en otro supermercado un riquísimo yogurt de vainillas. Uno sólido, en frasco de vidrio, como el que comíamos en la infancia donde nos legaron el mantra recuperador de objetos.

6 – Dios se muestra en el supermercado. En el segundo de la tarde. Cuando al pagar el manjar único, comprado con el máximo placer de estar dándose justo lo que nos pide el alma en ese momento, ver que cuando sale el ticket de la máquina registradora, algo entraba en sintonía. Los rayos de luz iluminaban a la cajera, las góndolas y se sentía todo cálido adentro, porque ese número era una llave, no era cualquier cifra, la música de su lectura era familiar. Demasiado, había sonado hacía muy poco, en el anterior supermercado. Era el mismo número, con todas sus comas, con todos sus detalles, del ticket de la compra anterior.


7 – Dios se muestra en el supermercado. En la vida misma, donde un papel, una coincidencia inmediata, pueden ser sólo eso, pasar al olvido nuevamente para sincronizarse con las melodías del par de amantes formado por el deslumbramiento y el descrédito. Pero hay días más luminosos que otros, cuando los oídos se destapan del hollín y la sonrisa nos inunda, dejándonos habitar el mundo de lo claro, lo transparente, lo enlazado con sentidos sanos, bordado con mensajes concretos, diseñados con las palabras e imágenes propias para cada uno en cada momento. El brillo es la llegada del correo, la lectura desprejuiciada, el código develado, ahora.