sensaciones y pensamientos


Escrituras



17.2.10

Encuentros y despedidas

Soltar amarras

Reencontrarnos con quienes somos. 










Diego Oscar Ramos - Dedicado a Rolando Toro Araneda.


Sentir que somos, que estamos, que nacimos muchas veces de nuevo, cuando pudimos vernos en la mirada emocionada de otros, en su plenitud de estar mirándonos con los ojos brillosos. 

Sentir que sentimos, que somos, ahora, que crecimos con cada momento en que soltamos amarras, para jugar como niños, con toda la armonía y la alegría que da saberse sonreír, en este mismo instante de la escritura, que deja de preguntarse por lo que puedan decir los que miran desde afuera y desde adentro del texto, porque lo más placentero es percibirse con el vientre, con las vísceras, con la potencia en vibración máxima de todo el cuerpo siendo uno, en un abrazo, en una danza de conexión real, contenta, inocente, seductora, amorosa, afectiva, integradora, con nosotros mismos siendo lo que somos, lo que está impreso en nuestra realidad, esa verdad que trasciende todas las razones por las que hayamos disuelto muchas veces nuestro pacto germinal con nuestro ser verdadero.

Sentir que hay seres eternos, que nos han ayudado con su haberse dejado ser, con su haber soltado amarras a tiempo, para crearse únicos, ellos mismos, los que vinieron al mundo para hacer algo que tenían que hacer, que no dudaron en concretar, que se entregaron a la misión de lo que los llamó con urgencia cariñosa para que su huella fuese un espejo sutil y fulgurante de lo que ellos mismos lograron sentir de lo que eran, de cómo eran y cómo habían podido reencontrarse con su fuente de verdad absoluta porque lo quisieron profundamente.

Sentir como máximo deseo, en este instante, de querer a un nivel infinito la integración con la alegría de desear, con el éxtasis de ser el sentimiento con las compuertas abiertas, como quien sale corriendo al encuentro de la gloria máxima de estar siendo, de estar compartiendo el encontrarse con cuerpos abiertos de mirada transparente, sentida, verdadera, amorosa.

Sentir que queremos despedir con el corazón abierto a todos los humanos más humanos que hemos conocido, que nos han regalado su estar enteros y su firmeza en este universo de goces y respuestas, de sabores y presencias, de multitudes y encuentros. 

Sentir que amamos agradecer a los que se quisieron amar para poder abrirse a lo humano con el alma suave, preparada para recibir el afecto de todos los que comienzan a disfrutar de reconocerse en la mullidez de lo fraterno, lo que le habla directamente a la sensación, presente, poderosa, de estar vivos, ahora.

  

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