sensaciones y pensamientos


Escrituras



17.8.24

LIBROS, DESEOS, ENCUENTROS




       Hace unos años, entre fines de 2007 y principios de 2008, en un viaje breve por el sur de Brasil, esa región tan particular de las sierras gaúchas, donde por momentos sentimos que estamos en algún sitio de Europa, vi el libro de (por entonces) recientísima edición "Vale tudo", la biografía del gran Tim Maia escrita por Nelson Motta. Pero señoras y señores, debo confesar que lo no compré en ese momento, aunque tenía muchas ganas, por esos cálculos que uno suele hacer al inicio de un viaje, de guardar ciertas compras para el final, por si ese dinero fuese preciso para fines más urgentes. 

    Así, el deseo fue postergado. Y sí, créanme, en el último día en que estaría en Brasil, ni uno más ni uno menos, debiendo tomar al mediodía un micro en Porto Alegre, me levanté temprano y salí a caminar hacia donde creí que podría encontrarlo, un shopping grande de la ciudad. A las pocas cuadras de mi travesía entusiasta para encontrar el libro sobre Tim Maia, encontré una mujer toda vestida de blanco, con la remera con el logo de Universo en desencanto, la agrupación que a mediados de los 70 le sirviera al músico como remanso espiritual momentáneo a cierta vida de euforias constantes. Y que le diera la etapa mítica de su carrera, donde grabó discos de un sonido limpio, poderoso, tal vez hasta luminoso.

     Tomé el encuentro como un buen signo. Pero al llegar al shopping, un cartel me indicaba que, en ese domingo, la apertura del lugar sería a horas inaccesibles para el tiempo que mi dejarlo para último momento me había permitido. Sin desanimarme, como ritual de transformación anímica, caminé hacia un lugar que siempre me había hecho bien, el viejo Gasómetro, un centro cultural construido a la vera del río en un espacio reciclado. En la puerta encontré un vendedor de libros. Tuve una charla de esas que son música humana, de pura calidez. Compré una biografía de Heitor Villa Lobos, tal vez el más europeo de los músicos academicos brasileros y fui obsequiado con una novela clásica brasilera de Machado de Assis. 

    Ya estaba todo bien, en mi espíritu, cuando volvía para preparar mi partida. Y fue ahí cuando encontré abierta una librería de usados, lo que en Brasil llaman "sebo". En la mesa de libros de música, había un ejemplar, el último, de "Vale tudo". Me sentí feliz, de inmediato. Y al comprarlo, además de cuestionar la necesidad de ese vértigo de dejar las cosas para el final, también pensé en algo: nunca hay que clausurar los alcances de un símbolo que sentimos con gran claridad que nos estaba regalando buenos augurios

6 de octubre 2013 

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