sensaciones y pensamientos


Escrituras



10.11.10

Percepciones solares

A viva voz


Una sintonía de imágenes nos mira a los ojos. Con armonías atemporales y voces de vuelo.






Diego Oscar Ramos



Pasó hace unos días, lo iba a escribir de inmediato, al tener las manos sobre la computadora, pero alguna obligación, esas ideas que muchas veces creemos más urgentes que darle inmediata voz a nuestras intuiciones ocupó su lugar, se interpuso, la dejé aparecer para cantar con voces menos afinadas que esta, que nace ahora, que viene nuevamente para que cantemos juntos.

En cualquier momento, uno se dice, ya lo hago, ya lo haré, ya será el instante ideal en que se den los alineamientos planetarios como para que lo que tengo que decirle al mundo sea expresado y los ángeles me abracen con alas de entusiasmo. Y entonces se cruza un pájaro con una rama para construir su nido y la mirada se distrae en lo que otro sí está haciendo para proporcionarse bienestar, mientras el impulso de salud se queda silbando bajito, viendo que aún siguen apareciendo distracciones para tomar definitivamente el camino amarillo.

Y entonces vuelvo al ahora, reveo las distracciones y me visto de gala para escribir lo que tengo que decir, festejando los mensajes recibidos también por el ave constructora, arrojo al fuego el látigo del juicio paralizante y me entrego a la sabiduría del tiempo caluroso. Estoy con las manos firmes, con los latidos sintonizando la emisión más halagadora para las almas contentas, que son felices sólo por danzar con nosotros, en este segundo en que armonizo las ideas y las sensaciones.

Fue así, hace unos días, ahora, que caminaba para cumplir con algunos pagos pendientes, movido por la certeza interna de que tenía que hacerlo en ese ya mismo con que salí volando para hacerlo, cuando sentí el llamado de una remera, en una vidriera. La imagen la había visto muchas veces, era la portada de A hard day´s night, de los Beatles, un disco que me hizo muy feliz en la adolescencia, cuando lo escuchaba una y otra vez, por la belleza de sus melodías y sus armonías vocales. Pero la foto era levemente diferente, en lugar de las decenas de pequeñas fotos de la cubierta original, eran sólo cuatro, como si la multiplicidad de ellos mismos que se ve en ese disco se hubiera calmado, integrado, en una porción precisa, de ellos cuatro, recortados los rostros para focalizarse en sus miradas, para entrar en lo que decían a mi ser en formación, o para escuchar mejor lo que hoy tienen para decirme. 

Mientras miraba sus ojos, dejando que el pensamiento me trajera la información de que se trataba de la tapa del disco que salió con la edición de la banda de sonido original de la película, con las orquestaciones de George Martín, la imagen que sobrevoló la escena del hombre en contemplación de una foto estampada en una tela fue la de la cubierta original, como si hubiese voluntad de contrastar impresiones y el adulto quisiese acercarse a su etapa adolescente para practicar un coral de una sola nota, que dijese en alta voz que lo que nos fue regalado como percepción de lo armónico está siempre vivo, sea lo que sea que nos haya pasado en la vida, sea como fuese lo que creímos y creamos de nosotros. 

Cuando tuve conmigo la realidad presente de las alegrías que resonaron entre esa música bella y mi propia alma viajera, conocedora de una belleza que trasciende la historia entera del arte, fue que lo vi, cuando recibí otro llamado que acepté gustoso, llevando los ojos de la vidriera a la remera de un adolescente, andando la historia con sonrisa de guitarra en la espalda y varios amigos musicales a su lado. La imagen estampada en el caminante, era la del disco original de A hard day´s night, aquella que viví a su edad en su versión de cassette, impresa en un espacio tal vez pequeño, pero suficiente para ver esos ojos, que ahora me dicen que levante la vista, que las armonías vocales son el reflejo de algo que está en mis manos, cuando construyen el mundo. Y lo cantan a viva voz, para que los pájaros vuelen, con la paz del nido ya hecho.



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