sensaciones y pensamientos


Escrituras



17.10.07

Arte y Unión

Camino amarillo




Palabras directas para transitar con alegría los caminos de la hermandad. Pasando por historias y simbologías que unen a El Mago de Oz, los Beatles y hasta el argentisímo Martín Fierro.
asas





Diego Oscar Ramos
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Magia. Los hermanos sean unidos, porque esa es la ley primera. Hay algo hondo en la frase más famosa del Martín Fierro, una de esas verdades que el cuerpo percibe cuando tiene los poros destapados para escuchar. Porque ser devorado por los de afuera, sean cuales fuesen los alcances de esta simbología, parece un destino más que complicado cuando hay una decisión posible de tomar para permanecer enteros, sin ser alimento de nadie. Y ese sendero de sonidos felices tiene el color amarillo de la hermandad. Pocas lecturas debe de haber más gozosas que El Mago de Oz, que recuerdo en una edición enorme, de ilustraciones bellísimas y hojas muy gruesas, cuando el mundo podía desaparecer en una inmersión en páginas donde lo más atrayente era la red afectiva que se tejía alrededor de esos personajes que querían que un todopoderoso les indicara salidas a esos vacíos de corazón, valentía, cerebro u hogar. Claro que fue el camino que recorren juntos, ayudándose a mirarse en sus acciones antes que perderse en sus preconceptos, lo que los hace encontrarse y genera uno de los senderos más placenteros para recorrer en la literatura infantil. Porque en medio del misterio de la búsqueda del mago y las tácticas para resguardarse de las brujas, la verdadera magia estaba en esos lazos de hermandad entre el león, el hombre de hojalata, el espantapájaros, la niña y hasta el perro, unidos en una potenciación de fuerzas individuales que también puede percibirse en la historia del viejo Barón de Münchhausen, que hasta rejuvenecía cuando la vida llevaba a su tribu a una gesta donde la valorización colectiva a todos alimentaba y era la principal herramienta.


Arte. En el cantar criollo también se habla de la pena solitaria que se va cantando. Y la metáfora viva de la hermandad tiene cientos de ejemplos en grupos musicales que formaban entes únicos, indisolubles, cuyo brillo mayor estaba en esa energía circulante, expansiva y magnética, que tenía a la música como uno de sus canales de transmisión. Por su exposición global única y las características particulares de sus individualidades, los Beatles son un ejemplo valioso para ver el ascenso y ocaso de una hermandad grupal. El mismo Bob Dylan llegó a sentirse incómodo cuando en la primera vez que los vio juntos, en plena fiebre beatle en Estados Unidos, su capacidad mental se topó con una corriente colectiva donde cada uno potenciaba lo mejor de sí para formar un ente seductor, donde el humor y la sed infantil de sorpresas tenían aún mucho más peso que la acidez irónica. Eran bien hermanos entre ellos, justo cuando la misma experimentación sensorial con drogas como la marihuana fue devorando de a poco una magia leve que ni la más psicodélica de las ocurrencias pudo igualar. Porque puede ser uno de los discos más creativos de la historia del rock, pero al lado de la frescura afectiva que nos hace bailar en A hard day´s night, Sgt. Pepper´s lonely hearts club band es realmente el funeral de una cohesión grupal que necesitaba cada vez de más producción para mantener a flote un barco que se llenaba de agua por los agujeros de sus cerebros nadando en ácido lisérgico. Y sin que se fuera la tristeza. Porque pocas cosas deben de ser más angustiantes que A day in the life, donde John Lennon nos llena de recortes inconexos de pedazos de vidas de otros para llevarnos por sonidos que terminan en la más pura desintegración. La historia del arte suele aún premiar más a la desazón que al sosiego, será por eso que festeja con bronces la estetización del malestar y pone en la sombra al que como Paul Mc Cartney acaba eligiendo celebrar la salida del sol. Pero en algún momento, esos lugares simbólicos fueron complementarios y cuatro personas llamaron la atención del mundo, por el brillo vital de la hermandad.


Vida. Los hermanos a sí mismos sean unidos, porque esa es la ley primera, ya que el juego depresivo, del que se mira en los de afuera, llena el camino de pena y a la angustia nos hermana. El espejo está adentro, el monstruo de afuera tiene servida el banquete por su hermano brutal que habita en nuestros corazones solitarios, del lado de adentro. Habrá que hacer todo lo necesario para sentirse hermanado con uno mismo para que suene con verdad ese brother con que se llaman algunos grupos en lenguaje callejero, para que tenga un sonido armónico ese hermano con que se llaman entre sí los miembros de algunas congregaciones religiosas y para que tenga brillo sagrado esa palabra que aprendimos en la infancia cuando supimos que llegaba otro monarca infantil a la comarca mágica con seres gigantes que nos enseñaban a andar en bicicleta o nos llevaban un tiempo al castillo de la mujer con cabellos blancos que cocinaba sopas únicas en su caldero inalcanzable. Vayan estas palabras como un rezo a nuestra mejor parte, la que celebra el sol, para reaprender a vivir con alegría la hermandad, esa que nace de la sangre y también la que brota de andar abrazados a la magia poderosa de la identidad, en el camino amarillo.


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