Bailando con el alma en el aire y los pies en la tierra. Con la potencia del fuego en los cuerpos y en la mente la expansión del agua.
Diego Oscar Ramos
(texto e imagen)
Es uno de los sonidos. Es todos ellos, los que
fueron elegidos para que sonría en este salón de inquietudes movedizas. La
columna central se eriza por un calor de melodía que llega como regalo del
cumpleaños que vivo cuando te siento cerca. Y me abrazo a tu cintura amiga de
los inviernos salados, en mares donde el norte se hace sentir como temperatura
y destino.
Es la mirada con que nos decimos que estamos
acompañados, que es una bendición que las luces nos iluminen en este momento de
gatos amándose en los techos. Y perros calmando sueños en sótanos llenos de
huesos.
Es uno de los ritmos con que bailamos con las
pupilas encendidas. Y los ganglios anchos de ganas de dar vueltas hasta que
cambie de color la ropa que traemos. Y los animales que duermen adentro se
despierten para ser espectáculo de instinto luminoso.
Es la mirada con que entramos al patio donde
las plantas son espacio de despegue, con la sabiduría en el lenguaje que fluye
en lo que crece, la calma de quienes bailan con las raíces en la tierra. Y cada
célula como antena de una luz que alimenta. Y orienta.
Es uno de los sonidos. Es la máxima alegría
posible que un cuerpo recibe y provoca, cuando los ángeles nocturnos bajan de
los techos y corren por los cuartos donde la vida quiere ser movimiento. Y
juntos saltamos al agua donde nacen todos los ritmos. Y nadie duerme.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario