Amor de andantes
Emociones que trazan caminos de vida entusiasta, se aparecen en una mañana levemente melancólica, para desandar las distancias y acercar los vínculos más amados a un espacio atemporal. Y sanador.
Diego Oscar Ramos(texto e imagen)
Te hablo a través de velos que se deshacen en el aire, se vuelven fuego, lenguas de viento caliente sobre tu cuerpo.
Te miro desde adentro de tu vagina, caminando entre terremotos de cualquier melancolía, por sobre las paredes húmedas de mi felicidad sin símbolos.
Te siento cercana a mis pupilas, encendidas con manos renovadas, pacientes de tus silencios, embriagadas de historias que tejemos, pedaleando tormentas de arena, contentísimos.
Te huelo las sensaciones de pacificación intuitiva, la sabiduría de ojos que miran desde un paraíso de tiempo vivido, la calma de un alma que me regala bailes acuáticos, memorables.
Te traigo al presente de lo que se reconstruye, constantemente, con barro de miel en los dedos, y la alegría sutil del andante, que reconoce a otro por sus piernas vociferantes. Y el respeto natural por los destinos propios, susurrados en noches de andanzas compartidas.
Te celebro, compañera de placeres vitales, llantos de preguntas sobre el tiempo, abrazos emotivos sobre árboles llenos de frutas, risotadas refrescantes en la casas de dragones tiernos,
Te agradezco, aventurera movediza, dibujante de seres amados, cocinera de verdades sensibles, por todo lo que descubro, cuando te escribo, y me acaricio con esa parte de tu ser que se queda siempre conmigo, despertándome.
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