Andanzas de fuego
Sentir, andar, percibir, soltar, imaginar, saber, construir, amar. Todo está pasando ahora, que el tiempo baila la risa del mundo.
Diego Oscar Ramos
(texto e imagen)
Es un misterioso misterio el que se expande en mis manos, con voz de soles estallando de amor de niño entusiasmado.
Es un silencio de amapolas el que me habla desde adentro del alma, extasiada como insecto ante la flor que lo llama en urgencia festiva, con promesa de polen y certeza de encuentro.
Es un intelecto renunciando al trono, el que se siente acariciado por un amanecer que nace con meditaciones eléctricas, que calman la velocidad del cardumen de pensamientos mojados.
Es un goce de montaña amable, que acerca su cima a los pies que la celebran entregándose a la caminata porque sí, porque hay ganas, muchas, de tocar las nubes donde la paz abraza a quien la busca con pies decididos.
Es un fuego vociferante, que levanta vuelos para vestirse de ave enamorada y anunciar a los cielos que la unión es posible, que está llegando, que besará con deseo los pies de un planeta que lo llama.
Es un canto de luciérnagas en un día de lluvia, a la hora en que los mamíferos se acuestan para percibir el mundo de ojos cerrados y cuerpo abierto a los sonidos.
Es un andar de piernas fuertes, brazos acompasando la trayectoria segura y mirada expansiva, que disfruta de la lejanía y presagia hogares en el camino.
Es una mañana que crece, que le habla a las células de este cuerpo, que se levanta, deja de escribir, ahora que dijo lo que sentía y que las palabras, todas, quieren ser movimiento. Y ya lo están siendo.
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