Sincronías, movimientos, danzas: formas sutiles del amor triunfante.
Diego Oscar Ramos
(texto e imagen)
Es la hora en que las ratas bailan en vals del encuentro. Se miran a los ojos, se piensan sin reloj en las piernas y se lanzan a las aguas del movimiento.
Es el tiempo en que los silencios de los castores se meten entre los dientes que roen las maderas antiguas, para construir espacios vociferantes de sentido, donde descansar de sonidos planos y cantar cada rincón con alegría de completud.
Es la distancia desnuda en que las alondras se desperezan memorias que ya no mueven ni un pelo, para entrar en un salón lleno de sillas corridas, mesas repletas de alimentos y un piso de madera donde resbalar con placer.
Es la mano con que acaricio tu presencia y me dibujo con trazos de oro sobre tu ombligo, para convertirme en espiral curioso por abrazarte con canciones.
Es el ojo de tu lengua sobre la piel que te regalo para que nos vistamos de átomos enamorados de la vibración constante con que hacemos la vida, juntos.
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