Estabas ahí
Una ronda de palabras hipnotizadas por el sueño, juegan a la verdad, con la música del ser perdonado y el placer de estar juntos, cuando nace el día.
Diego Oscar Ramos (texto e imagen)
De acuerdo, pueden ser restos diurnos, formas en que la mente se queda elaborando situaciones a las que hemos buscado respuestas. Pero, ¿será siempre así? ¿Serán todas esas escenas hechas con el mismo celuloide? ¿Tendrán todas esas historias el mismo guionista interno que parece dormido cuando a veces se despierta y las cosas parecen suceder en otras temporalidades?
De acuerdo, digamos que la materia se viste de alma y el espíritu sale a jugar al jardín donde los razonamientos tienen lejos sus raíces, donde los niños grandes juegan con la pelota arrojándola al suelo y las gaviotas nadan sonrientes entre las lianas, donde Tarzán escribe su propia historia con dos palabras claras en su pensamiento.
De acuerdo, fue solo un sueño, una elaboración de la razón tensando los límites de lo que durante el día ni se digna en aparecerse como planos abiertos al dibujante de todos los proyectos. O sintamos que la memoria se despierta al acostarse, para ofrecer una película en pantalla del ancho del corazón latiendo con fuerza y los ojos buscando los bordes de la pantalla, para ver si creen o dejan de jugar adentro de lo que acontece con olores intensos, de infancia con mecedora y galletitas dulces, desarmándose en el café con leche caliente de la mañana. Justo antes de ir a la escuela de las cosas nuevas, tomarse el micro de las delicias constantes y subrayar las noticias sanas en el cuaderno de los días eternos de sol, en el margen superior de la vida.
De acuerdo, soltemos los pensares para que se deslicen por caudales de recuerdos, planeando con destreza esencial por sobre latas de vainillas sólidas, apenas húmedas, esponjosamente suaves para el paladar del que salta los colchones antes de acostarse. Para probarse todos los rebotes posibles antes de lanzarse al mar, con los brazos seguros de su estilo impecable y las piernas contentas de dibujar un bote con el motor del entusiasmo inagotable, que se hace a sí mismo, en una explosión del universo. Esa que trae a Dios en cada segundo en que la duda danza sobre el último piso de la inocencia desmayada de risa, mojando los dedos adentro de la taza, antes de palpar la gracia de sabores, andando alegre por las comisuras de los labios, al pronunciar el nombre que llama a todas las cosas. Para que sean principio, medio y fin, de todos los enigmas.
De acuerdo, estamos despiertos, a puntos del ser una línea horizontal, el día está por amanecer sin dilemas inventados por conejos disparando huellas en los techos de las casas pintadas con colores pasteles, por nenes vestidos con uniforme de médicos sin fronteras, la radio está encendida, las noticias están desperezándose para largar ahora que son llamadas a la plaza mayor, a convertirse a la realidad del que aprende a mirar sin ojos patibularios a las cosas que van y vienen, que estiran los dedos y hacen ruido para asombrar a los jueces y hacerles cosquillas en los pies, a sus secretarias movedizas.
De acuerdo, puede ser sólo un sueño, el eco de un expediente encajonado por alguien que está adentro de los cajones donde los papeles que nos inventamos para vivir manejaron las rutinas descascaradas, con las que creímos tantas veces que debía salir el sol, en madrugadas de duermevelas y caminatas de un lado al otro de los caminos que ayudan a salir del palacio de vidas inventadas.
De acuerdo, estamos ahora, somos este conglomerado de energía y movimiento, que puede acostarse, para encontrarse del otro lado del reflejo, dándole la mano a nuestras humildades, para mirar a los ojos a seres que pudimos haber lastimado, a quienes creíamos idos para siempre de nuestras partituras e improvisaciones, pero que están ahí mismo, en salones a donde llegamos sin viajar. Y nos miramos con ese humano, desde un lugar de reflejo onírico, de verdad más luminosa que todas las sentencias a la luz del día que empuja estas palabras, para decirnos que ya pasó, que la paz es mucho más que una ronda de tres letras, que lo que hicimos era parte de algo más grande que cualquier decisión tomada en tiempos de mareo. Y que los pasos ya dados son todos parte de una danza muda, llena de música, con principios que se levantan creyéndose finales y finales que nunca lo fueron. Porque todo está siendo ahora, que llegó el día, para siempre.
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