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Un gesto puede abrir la llave del código de lo que existe.
.Un gesto puede abrir la llave del código de lo que existe.
Diego Oscar Ramos
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Acabo de recordarte, te hago en la imagen que se apareció sin control, como en sueños arropados en miles de mantas, como en ronda de fotos que se abrazan en tarde de cine continuado.
Te miro entre las risas de las imágenes, te beso en la frente y gozo con tu dejarte querer, con la simpatía con que dejás entrar al mundo todo, entero, brillante, por la antena húmeda que se abre cuando sentís el afecto real.
Acabo de darme cuenta de la conexión, de que soy parte de esa corriente de intercambio vivo con todo lo que se mueve alrededor de un gesto de cariño, de verdad pura abrazando un tiempo que se desvanece cuando hacemos la conexión, cuando damos y recibimos un torrente de átomos felices por ser parte de algo que crece.
Me miro en un verano de bichitos de luz girando su intermitencia luminosa por sobre nuestros cuerpos, ofrendando una sincronización repentina que le da más fuerza a esa antena que construimos con nuestro gesto, atrayendo ahora toda la materia del mundo, el código entero de lo que existe, para celebrar la apuesta positiva.
Acabo de vernos, aquí mismo, en este invierno de soles encendidos y te traigo nuevamente, te acepto presente en cada instante en que hago fuego con ramas, cuando camino mirando las formas únicas en que la belleza se manifiesta, al abrazarme con las palabras para cantarme un feliz cumpleaños o cuando suelto las sogas para ser baile con paraguas, cantando inspirado por la lluvia.
Nos miro desde adentro del mirar que se hace con ojos atentos y sé que todo está naciendo. La mesa está puesta, el mantel es del más suave lino y los alimentos no paran de multiplicarse. Te tomo de las manos, acepto la ceremonia. Y digo que sí.
Acabo de recordarte, te hago en la imagen que se apareció sin control, como en sueños arropados en miles de mantas, como en ronda de fotos que se abrazan en tarde de cine continuado.
Te miro entre las risas de las imágenes, te beso en la frente y gozo con tu dejarte querer, con la simpatía con que dejás entrar al mundo todo, entero, brillante, por la antena húmeda que se abre cuando sentís el afecto real.
Acabo de darme cuenta de la conexión, de que soy parte de esa corriente de intercambio vivo con todo lo que se mueve alrededor de un gesto de cariño, de verdad pura abrazando un tiempo que se desvanece cuando hacemos la conexión, cuando damos y recibimos un torrente de átomos felices por ser parte de algo que crece.
Me miro en un verano de bichitos de luz girando su intermitencia luminosa por sobre nuestros cuerpos, ofrendando una sincronización repentina que le da más fuerza a esa antena que construimos con nuestro gesto, atrayendo ahora toda la materia del mundo, el código entero de lo que existe, para celebrar la apuesta positiva.
Acabo de vernos, aquí mismo, en este invierno de soles encendidos y te traigo nuevamente, te acepto presente en cada instante en que hago fuego con ramas, cuando camino mirando las formas únicas en que la belleza se manifiesta, al abrazarme con las palabras para cantarme un feliz cumpleaños o cuando suelto las sogas para ser baile con paraguas, cantando inspirado por la lluvia.
Nos miro desde adentro del mirar que se hace con ojos atentos y sé que todo está naciendo. La mesa está puesta, el mantel es del más suave lino y los alimentos no paran de multiplicarse. Te tomo de las manos, acepto la ceremonia. Y digo que sí.
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