Una escena puede ser apenas una escena. O la revelación de un mundo recobrado. Palabras en homenaje a las películas Elsa y Fred, La Dolce Vita y todas las fuentes artísticas de emociones.
Diego Oscar Ramos
Emociones en una fuente.
Emociones como un afluente.
Emociones como un afluente.
De repente algo se abre. Es acuoso, deja percibir un movimiento interno, deja mirarse para adentro y para afuera, permite percibirse con una línea de tiempo sinuosa, movediza, jugadora de abismos, apostadora con certezas de triunfo final.
Emociones en una fuente.
Dos seres se miran de frente, son acciones repetidas, son simulacro de algo que pasó en otro tiempo, son cuerpo de representación, son presentadores de un ritual que debía acontecer en ese instante, el único que se repite, infinitamente.
Emociones como un afluente.
Los dos seres se observan. Eso que están haciendo ya pasó, es una película filmada hace muchos años, es un repertorio de movimientos que acontecieron con otros dos seres que seguían un guión, que se movían espontáneos bajo pautas de un director armando su mejor escena.
Emociones en una fuente.
De repente algo estalla, como un espasmo delicado, en ellos y en el círculo que expande la verdad que nace en el momento en que la ficción se pliega y la realidad despliega sus dimensiones, cuando la intersección de gestos sin cronómetro brota como revelación de música viva.
Emociones como afluente.
Los veo en su abrazo en el agua. Siento la humedad en mis pies. Y mis ojos se unen en sintonización de intensidades vividas, en vibración de momentos simples y sensaciones hondas.
De repente siento la calidez de unos brazos y la miel de una mirada que reconforta. Estoy siendo bendecido. Me es dado el fruto que crece por verdad revelada, por fuerza de vida única y eterna, por amor de cumplir con gracia lo que me es destinado.
Emociones como un afluente.
El ritual está conducido, tiene sus patrones y sus ceremonias, nos dicta movimientos, posturas y frases que llegan con aroma a novedad de siglos.
Las decimos con melodía de segundo irrepetible.
Y nos volvemos brillantes, serenos.
Amantes del agua.
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