sensaciones y pensamientos


Escrituras



9.6.13

Sensaciones

Calma de truenos



Investigaciones nocturnas, entre los pliegues de las certezas y las rendijas de lo que se manifiesta.






Diego Oscar Ramos
(texto e imagen)


Hay una sensación de distancia al leerte, con el brazo de las pausas bien erguido, sobre el hombro del compañero de juegos que está adelante, al frente de lo que ya fuiste, de lo que serás cuando dejes de lado los tiempos helados y los ríos de lava sobre la piel.

Hay una sensación de salud, de copa en alto sobre lo que está enfriando las fiestas, para calentar los alientos y desnudar de arañas todos los cuadernos íntimos que me regalaste para repartir entre las noches de tormenta, que serían verde sobre amarillo, naranja sobre violeta, paciencia sobre perdón, encierro sobre tibieza.

Hay una sensación de árbol creciendo en el fondo del mar, entre las ventanas oxidadas y la caja fuerte de un barco que decidió anclarse en lugares donde el sol estuviese lejos y las arenas eternas cerca, para sentir que los peces pueden ser habitantes y los olvidos un secreto necesario para el alma que todo lo recuerda.

Hay una sensación de destreza animal, de instinto racional haciendo un nido sobre las casas que sembraron pasto en las azoteas donde la ternura se extiende con deseo y las aguas pasan sin prisa, para jugar al crecimiento de todo lo que se adueña de aquello que quedó suelto, deshecho, anudado.

Hay una sensación de goteo sudoroso, de máquina de vapor, de rieles firmes sobre estepas para aventureros, de marcha certera entre mundos que se desmoronan y grietas que dejan pasar la luz fosforescente de cientos de dibujos de niños hipnotizados por el presente.

Hay una sensación a madrugada con pan recién horneado, a ronroneo de gata en celo, a humedad de belleza palpable, a encuentro cercano con la mirada que nunca se escapa del fuego.

Hay una sensación de ahora, de perros mojados secándose en el pasto, de plaza nocturna con manos de paraíso, carreras de bicicletas sin frenos y una calma de truenos, despertando esta lluvia que me habla, para decirte todo esto, que ya dejó de ser neblina, de una buena vez.

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