El mercurio y la plata
Podríamos ser sólo actos de vida. Pero adoramos dejar huellas de lo que fue e inventar registros de lo que puede llegar a ser. Misterios de lo que nos forma, jugamos contentos entre lo que permanece y lo que se diluye.
asas
Diego Oscar Ramos
asas
I
asas
Las canciones, las ideas, los ensayos, los libros. Los instantes grabados en una memoria que puede volver con claridad sobre lo que ya fue. Los simples, los larga duración, los compactos, las compilaciones personales en mp3, los conciertos al aire libre.
Las notas que se deslizan por el cuerpo y conversan con las células. Las palabras, los horóscopos, los aforismos en sobres de azúcar, las hojas marcadas en los libros.
Las huellas que dejamos para inventarnos regresos. Los dibujos, la pintura, la fotografía. La mirada inclinada sobre los brotes de lo que parece estar siempre naciendo.
Podríamos ser sólo actos de vida. Pero adoramos dejar huellas de lo que fue e inventar registros de lo que puede llegar a ser. Misterios de lo que nos forma, jugamos contentos entre lo que permanece y lo que se diluye.
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Diego Oscar Ramos
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I
asas
Las canciones, las ideas, los ensayos, los libros. Los instantes grabados en una memoria que puede volver con claridad sobre lo que ya fue. Los simples, los larga duración, los compactos, las compilaciones personales en mp3, los conciertos al aire libre.
Las notas que se deslizan por el cuerpo y conversan con las células. Las palabras, los horóscopos, los aforismos en sobres de azúcar, las hojas marcadas en los libros.
Las huellas que dejamos para inventarnos regresos. Los dibujos, la pintura, la fotografía. La mirada inclinada sobre los brotes de lo que parece estar siempre naciendo.
II
asas
El fuego como pacto de vida en noches heladas, piedras pequeñas dando saltos en un lago, el sol amaneciendo sobre ropa blanca, una mujer que sonríe su oración al bosque. Ritos de calor para adormecer ideas frías.
Un gato cachorro trepando hasta un cuello humano, una perra gorda calentando pies de niño, mantas de abuela arropando recuerdos fértiles, una música elegida para pasar tranquilo al lugar de los sueños.
Los reyes magos trayendo una bicicleta con forma de moto, aprender a manejarla en una plaza enorme, dar vueltas a la manzana con placer de conquista, animarse un día a soltar confiado las manos. Certezas de estar viviendo algo que nadie vivió antes.
Miradas que se paladean, la temperatura de una piel querida, el mantra de dos cuerpos que se construyen. La belleza de lo que estalla con delicadeza, antes de las palabras.
III
La industria, la ciencia, el comercio. Trazos de tinta china en mapas donde el agua alegra los pies de los que no temen los cambios. La medicina, los viajes, el periodismo. La confianza ciega en la memoria de lo que fue descubierto y renace para alumbrar eternidades.
Las casas, las leyendas, los cuentos, las fiestas, los niños jugando con fuego, las cartas a seres ausentes. Formas de acomodar en un papel resbaladizo expectativas por lo incierto.
Los diarios, las novelas, las películas. El registro de caminatas, gestos, decisiones. Movimientos de gotas de mercurio en un río de plata.
IV
La sensualidad, el afecto, las caminatas, la sexualidad, los apretones de manos, los pliegues de una tela en el viento. Contemplaciones y registro de lo que sorprende.
Signos que ayudan a alcanzar las cosas justo antes de que se desvanezcan. a vida que se expande, descansada, como víbora tranquila, que conoce todas las palabras.
Y las dicta a sus amantes fervorosos, que levantan altares para celebrar su erotismo. Y vivir creando.
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