Inspirado en el film americano Shall we dance?, este texto brota de la sensación de que la pista de baile puede ser el centro mismo del Universo. Como presente, una música de Stevie Wonder que bien puede representar estas ideas danzables.
Diego Oscar Ramos
asas
¿Bailamos?, le dijo a los ojos, firme en su voz, como la columna vertebral, segura de sostener su vida, su historia, su belleza como ser humano, sus deseos de ser movimiento, en sintonía, en unión con esa mujer que sentía también firme, leve en su andar, segura de su belleza como ser humano. Claro, dijo, suave, mirándolo a los ojos, regalándole el mayor canto a la salud que un hombre puede recibir de una mujer, a la que las palabras condujeron hacia un llamado que ya había sido enviado antes. Mucho antes, con la flecha de la mirada, inocente, cálida, con la seguridad de lo que es porque está aconteciendo, porque es un hecho, porque todos los movimientos que vienen, que van viniendo, han estado dándose como suspendidos en una alfombra voladora. Plena de tesoros en su vuelo, llena de bordados de oro, con diseños de dragones amigos, que donan su fuego a la consumación de todo lo que es cierto.
asas
¿Bailamos?, le dijo a los ojos, firme en su voz, como la columna vertebral, segura de sostener su vida, su historia, su belleza como ser humano, sus deseos de ser movimiento, en sintonía, en unión con esa mujer que sentía también firme, leve en su andar, segura de su belleza como ser humano. Claro, dijo, suave, mirándolo a los ojos, regalándole el mayor canto a la salud que un hombre puede recibir de una mujer, a la que las palabras condujeron hacia un llamado que ya había sido enviado antes. Mucho antes, con la flecha de la mirada, inocente, cálida, con la seguridad de lo que es porque está aconteciendo, porque es un hecho, porque todos los movimientos que vienen, que van viniendo, han estado dándose como suspendidos en una alfombra voladora. Plena de tesoros en su vuelo, llena de bordados de oro, con diseños de dragones amigos, que donan su fuego a la consumación de todo lo que es cierto.
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¿Bailamos?, le había dicho, cuando las palabras querían aún unirse a la aventura de lo que se desliza por sobre rieles intactos, firmes como la columna de ambos, como la serpiente verde que riega con miel los vientres unidos por el movimiento. Claro, había dicho ella para entregarse a lo que sabía que ya estaba enlazado, para ser encendido en el centro de la fiesta de sonidos. Danzando adentro de los cuerpos, subiendo y bajando por entre los pliegues de los órganos, por entre los besos apasionados de las células, por entre las caricias húmedas de las neuronas, descansando calmas en frenesí de verdad, de pura certeza de lo que va siendo, lo que sigue siendo, lo que apenas es, por un segundo, todo el tesoro del mundo. Ya mismo.
¿Bailamos?, le había dicho, cuando las palabras querían aún unirse a la aventura de lo que se desliza por sobre rieles intactos, firmes como la columna de ambos, como la serpiente verde que riega con miel los vientres unidos por el movimiento. Claro, había dicho ella para entregarse a lo que sabía que ya estaba enlazado, para ser encendido en el centro de la fiesta de sonidos. Danzando adentro de los cuerpos, subiendo y bajando por entre los pliegues de los órganos, por entre los besos apasionados de las células, por entre las caricias húmedas de las neuronas, descansando calmas en frenesí de verdad, de pura certeza de lo que va siendo, lo que sigue siendo, lo que apenas es, por un segundo, todo el tesoro del mundo. Ya mismo.
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