En el más insospechado compilado danzable puede estar aguardando una gema musical plena de sentidos. Si llega al final del texto, un mercido regalo espera al lector generoso.
Diego Oscar Ramos
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Primero lo primero. Estas palabras son el marco de una música que me sorprendió, porque apareció en un compilado o coletánea, como le llaman en Brasil a las recopilaciones de canciones, sean de un mismo músico o de géneros. Todo comenzó en Florianópolis, en una feria popular, en un marco particularmente curioso, porque los vendedores de música grabada estaban viviendo una prohibición vigilada por las leyes vigentes, generando una forma de vender a las escondidas, como el alcohol durante la ley seca norteamericana o las drogas ilegales en esta misma época en cualquier sitio. Era curioso porque aquí, en Buenos Aires o en cualquier parte de la Argentina, la venta de música grabada también está dentro de lo que se prohibe, pero nadie se esconde para ofrecer los últimos lanzamientos musicales o fílmicos.
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Así, con la aventura extra como condimento picante, tenía ganas en ese momento, lo confieso, de tener un compilado grande, al tamaño que puede permitir un mp3, de sambas y pagodes. Además de ver con qué curiosidades podía sorprenderme ese vendedor de emociones grabadas. Entre los últimos sucesos del verano, de allí, de allá, de todas partes, apareció un bendito mp3 con sambas y pagodes, lo que necesitaba, lo que intuía que requería mi curiosidad, mi cuerpo con ganas de baile popular, o vaya a saber qué mecanismo de atención a lo que tiene que llegarnos y es para nosotros se activa en determinados momentos de gracia.
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Compré con alegría la coletánea, vendida en un sobre con pocos elementos de diseño gráfico que diera atractivo extra, apenas unos nombres de algunos de los músicos que allí estaban compilados, muchos de ellos aún desconocidos para mí o con leves referencias, pensemos que a veces dejamos en el cajón de lo impensado aquello que sólo suena en los barriadas populares o que creemos que no podrá tener riqueza musical que merezca que la memoria guarde espacio en el disco rígido neuronal. Igual, los que conocía eran ya interesantes y festejables de la adquisición vestida de aventura, por lo que el CD se guardó en el bolso de trotes urbanos, luego en la valija y así hasta llegar luego al cómodo hogar.
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Ya en la máquina habitual, en el entorno cuidado de los muebles y objetos conocidos, apareció el espacio propicio para habitarse de los sambas y pagodes brasileros. Y he aquí la gema que enlaza estas palabras. Inesperadamente, realmente lo digo, sin mitificaciones, surgió un Ave María en tempo de samba calmo, lo que instaló en el lugar, en mi sitio de escuchas y de lecturas, de pensamientos y de andanzas, de euforias y de ensimismamientos, un perfume de increíble beatitud.
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Tuve la sensación de haber hallado la perla del disco, la celebración de la intuición acertada al aventurarme a la compra, además de sentir entonces que pocos podían haber encontrado la forma musical de demostrar la magia que hay en el propio cuerpo cuando danza alegre. Cuando se deja ser despreocupado, pudiendo expandirse en las notas de una melodía bella, presentada a la experiencia con un software rítmico especialmente diseñado para darle vivencias nutritivas a la corporalidad.
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Comparto con todos entonces, esa versión del carioca Jorge Aragao, de esa canción religiosa que todos los que hemos nacido en la matriz cultural del Cristianismo escuchamos miles de veces, seguramente nunca como en esta.
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Jorge Aragao - Ave María
Jorge Aragao - Ave María
1 comentario:
Hace mucho tiempo que tenía esto guardado en mis infinitos correos sin abrir. Doy Gracias a Dios, haber tenido el instante hoy, de disfrutarlo, y que haya llegado en este día tan especial, cuando el ego está tan "giù" y solo esta delicia musical pudo elevarlo "sù" y renovar el espíritu de lucha que siempre me caracterizó. Gracias Diego!!!!!!!!!!!!!!!
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